Podríamos decir que todo lo que hacemos desde que nacemos tiene un efecto en el entorno. Hasta los gestos más insignificantes consumen energía y generan residuos.
Tu llegada al mundo comenzó con una gran bocanada de aire. Ese día en el hospital había un montón de luces encendidas en la sala de partos. Enseguida comenzaste a ensuciar pañales, utilizar toallitas húmedas y poco después a comer potitos. Tu vida está llena de objetos que hasta el día de hoy han sido necesarios para ayudarte a ser quien eres. Consumimos productos diferentes para satisfacer las necesidades de los humanos, pero cada uno de nuestros movimientos tiene un precio para el planeta Tierra. Ese precio se llama huella ecológica, aunque lo más lógico sería llamarlo huella contaminante.
Sabes que una huella es un rastro que dejas cuando pasas por algún lugar. Ese rastro puede tardar más o menos tiempo en borrarse. Todo depende de los componentes del producto.
Por poner un ejemplo, los pañales de los que hablábamos hace unas líneas tardan más de 100 años en descomponerse (ten en cuenta que un bebé necesita unos 5000 pañales a lo largo de sus primeros años).
Ahora puedes pensar en las cosas que hay a tu alrededor día a día. Si abres la nevera o cualquier armario de comida de tu cocina, comprobarás como la mayoría de productos vienen con múltiples envases. Así, desde que te levantas, te enfrentas a un día lleno de residuos que vas dejando atrás mientras tus rutinas prosiguen. ¿Alguna vez te has parado a pensar qué ocurre si no depositas esos residuos en su correspondiente contenedor para que puedan ser reutilizados?
Hasta hace pocos años, las personas no generaban tantos plásticos ya que no eran necesarios envases para conservar los alimentos ni transportarlos, porque las gente obtenía alimentos directamente de sus animales y plantas o bien los intercambiaban por otros trabajos. Desde que la vida en las ciudades se ha ido generalizando cada vez dependemos más de las cosas que compramos para vivir.
¿Te gustaría que la huella ecológica que dejas sea grande o pequeña?
Seguramente eres de los que no quiere vivir en un lugar contaminado y sucio. En un lugar donde las personas enferman a causa del aire que respiran o del agua que beben.
Para conseguir que ese lugar que habitamos sea limpio, todos debemos contribuir.
1.- El primer paso para que nuestra huella contaminante no sea excesivamente grande, sería tratar de comprar sólo las cosas que necesitemos. Es decir, REDUCIR nuestro consumo.
2.-Como es prácticamente inevitable generar residuos, el siguiente paso para dejar una huella ecológica lo más pequeña posible sería conseguir REUTILIZAR todo aquello que ya tenemos. Esto evitaría tener que fabricar o producir otra vez el mismo material.
3.-Cuando algo ya no nos sirve y su cometido está cumplido, tenemos que impedir que ese desecho vaya a un sitio donde contamine aún más y su huella ecológica se haga imborrable. Es el momento de SEPARAR. Nosotros no somos los encargados de RECICLAR. Para eso están las compañías que se hacen cargo de los residuos (Cogersa lo hace en Asturias, por ejemplo). Ellos venden los envases que nosotros hemos separado a empresas que volverán a utilizarlo para crear nuevos productos y de esa forma no estará en el medio ambiente amenazando a la naturaleza.
¿Te acuerdas del título de este artículo?
¿Cómo repercuten nuestras acciones en el medio ambiente? Fíjate bien. Algo tan sencillo como no tirar bastoncitos en el váter contribuirá a que nuestras playas poco a poco vayan estando más limpias.
Fíjate en las siguientes imágenes. Están tomadas esta misma semana en una playa asturiana, muy cerca de donde tú vives.
Muchos de los productos que el mar ha arrastrado son pequeños plásticos. La mayoría de algo tan insignificante como el palito de plástico de un bastoncito de los oídos. ¿Sabías que muchas personas tiran este tipo de desechos por el váter en lugar de depositarlos en el cubo de basura? Al ser tan pequeños, su recogida se hace casi imposible en las playas y al final terminan en el estómago de aves y peces…que a su vez pueden acabar en nuestro plato.
Cada chicle que decides no comer, cada día que traes fruta a la escuela en lugar de un bollo industrial, cada envase que separas a su contenedor….estás contribuyendo a un ambiente más limpio. A un futuro más seguro para todos. A una vida más saludable.
Cada acción importa. Es por eso que el trabajo que viene realizando la patrulla de reciclaje es fundamental para que la huella ecológica del Colegio San Félix sea lo menos visible que se pueda. Gracias a tod@s por participar y gracias por pensar en los gestos de cada día.