¿Tu hijo no para, es muy distraído y desobediente? ¿Has pensado en que puede ser un niño hiperactivo? Los niños con hipercatividad son especiales, y necesitan de toda tu comprensión. Te explicamos en qué consiste la hiperactividad y damos muchos consejos.
La hiperactividad infantil es un trastorno de conducta de origen neurológico, que suele afectar más a los niños que a las niñas. Los niños hiperactivos tienen una inteligencia normal y se mueven continuamente. El principal trastorno de los niños hiperactivos es el llamado «déficit de atención».
Síntomas de la hiperactividad
– Los niños hiperactivos son muy distraídos y no escuchan cuando se les habla.
– Tienen dificultades para esperar que les toque el turno si participan en actividades con otros niños.
– No son capaces de mantenerse jugando el mismo tiempo que los compañeros de su misma edad; se cansan y quieren empezar juegos nuevos.
– Es muy corriente que no obedezcan las órdenes o que no hagan las tareas que se les pide.
– La mayoría de niños hiperactivos tienen dificultades en el aprendizaje, obtienen un bajo rendimiento escolar, les cuesta escribir o dibujar, y tienen dificultad para memorizar y asimilar la información.
– Actúan de forma inmediata sin pensar en las consecuencias, no paran quietos con las manos y los pies, y no pueden estarse quietos. Siempre se están moviendo.
Es importante saber que hasta los 3-4 años todas estas características también pueden estar presentes en un niño completamente normal. Pero si todos estos síntomas aparecen juntos en un niño que ya haya cumplido los cuatro años, probablemente se trate de un niño hiperactivo.
Asimismo, no hay que confundir un niño hiperactivo con un niño caprichoso, que tiene un problema de disciplina.
Principales síntomas de la hiperactividad infantil en función de la edad:
– Niños de 0 a 2 años. Tienen problemas con el ritmo del sueño y la comida. El niño se despierta sobresaltado y se resiste a los cuidados habituales. Es muy irritable.
– Niños de 2 a 3 años. Muestra inmadurez en el lenguaje expresivo, tiene una actividad motora excesiva, una escasa conciencia del peligro y es propenso a sufrir muchos accidentes.
– Niños de 4 a 5 años. Tiene problemas de adaptación social, es desobediente y le cuesta seguir las normas.
– Niños a partir de 6 años. Es impulsivo, tiene un déficit de atención, sufre fracaso escolar y tiene comportamientos antisociales.
Causas de la hiperactividad
A pesar de que se trata de un trastorno frecuente en los niños, todavía no se conoce bien el origen de la hiperactividad. Algunos expertos consideran que el déficit de atención se debe a un retraso en el desarrollo del cerebro, aunque esto no está demostrado.
Otros afirman que la causa del exceso de movimiento está en factores hereditarios y, finalmente, los hay que se inclinan por un daño mínimo en las estructuras cerebrales, que no pueden descubrirse con los métodos de diagnóstico que existen hoy en día.
La opinión más generalizada entre los expertos es que hay varios factores que interactúan de forma conjunta.
Tratamiento de la hiperactividad
En la actualidad, se dispone de tres tratamientos para ayudar al niño: el farmacológico, el psicológico y el educativo.
– Farmacológico: los medicamentos que se utilizan son un buen apoyo, mientras se combinen con procesos de enseñanza para que el niño aprenda a regular su conducta.
– Psicológico: los padres juegan un papel fundamental, ya que ante todo han de crear un ambiente familiar estable, con unas normas conocidas y explícitas. Las técnicas psicoterapéuticas que se aplican están destinadas a mejorar el ambiente familiar y escolar, favoreciendo una mejor integración del niño, a la vez que se le aplican técnicas de modificación de la conducta.
– Educativo: una manera efectiva de modificar el comportamiento del niño es a través de la ayuda educativa con premios y castigos.
Consejos para los papás de niños hiperactivos
Es muy importante cuidar el entorno del pequeño, así como el modo de tratarlo, ya que los síntomas de la hiperactividad pueden agravarse, si se vive en condiciones ambientales adversas. Por ello, es importante:
– La cooperación entre educadores y padres, trabajando conjuntamente con otros profesionales, como médicos, psicólogos, logopedas, educadores especiales, etc.
– Saber cuál es el comportamiento normal del niño, según su edad. No se puede pretender que un niño se comporte perfectamente en situaciones creadas para adultos, como ir a comprar o a comer a un restaurante.
– Si los papás establecen unas normas, es muy importante que se hagan explícitas, es decir, que el niño sepa exactamente qué es lo que se espera de él.
– Intentar conservar la calma, aunque la situación sea tensa. No es conveniente «perder los nervios».
– Los castigos han de tener una duración limitada. No es útil prolongarlos, ya que pueden causar ansiedad en el pequeño.
– Intentar conseguir pequeñas metas. Es más razonable ir paso a paso y valorar los pequeños avances del niño.
– Establecer unos hábitos regulares y unos horarios estables de comida, sueño, etc.
– Hacer más hincapié en las conductas positivas. La mayoría de padres tiende a prestar mayor atención a las conductas negativas de sus hijos, porque son las que molestan y llaman la atención.
– Si hay más hermanos, es frecuente que los papás se sientan culpables por prestar menos atención al hermanito más tranquilo. Por ello, es aconsejable buscar un tiempo para dedicarlo plenamente al otro hermano.
– Aprender a controlar la conducta del niño. Es conveniente acudir a cursos o seminarios para aprender estrategias educativas eficaces, así como para conocer a otras familias que se encuentren en una situación similar.