Generalmente, un niño se muestra rabioso cuando los padres no responden a una necesidad o a un deseo que tiene. Se debe, principalmente, a que el pequeño aún no sabe medir sus respuestas emocionales y responde de forma violenta, pataleando o mordiendo. La agresión física es una respuesta a un sentimiento de frustración que el niño utiliza para hacer valer su voluntad. En ocasiones, puede que el pequeño se muestre agresivo con mamá, ya que es la persona más cercana, con quien tiene más confianza.
Alrededor de los dos años y medio, cuando el pequeño se muestre agresivo y rabioso, puedes utilizar la técnica del «fuera de juego», que consiste en apartar al niño durante un período de tiempo determinado. Esta separación temporal puede consistir, simplemente, en decirle que se quede en su habitación hasta que se calme. Con el tiempo, aprenderá a gestionar sus emociones y a expresarlas de forma adecuada.
El niño siempre intentará conseguir lo que quiere. Es tarea de los padres ponerle límites y explicarle los motivos de su comportamiento: cuando hace una cosa bien, decírselo, y cuando actúa mal, regañarle. Sin embargo, es importante reñirle de forma adecuada, sin gritarle. Explicarle qué está bien y qué está mal es fundamental para que el pequeño pueda entender cómo debe comportarse. Si no le explicas nada a tu hijo y te limitas a regañarle cuando hace las cosas mal, posiblemente desarrollará una actitud ambivalente e insegura, porque no sabrá qué está bien y qué no, ni los motivos. Ello empeoraría la situación. Lo adecuado es bloquear las actitudes inadecuadas del niño y darle una explicación de los motivos por los que tomas la decisión de castigarle o reñirle.
¿Qué hacer si la situación te supera?
En estos casos, lo mejore es encontrar una salida. Puedes pedir ayuda a un familiar de confianza, que se ocupe del pequeño unas horas, para poderte tomar un descanso que, seguramente, necesitas. También es bueno que hables con tu pareja de ello y, juntos, decidáis qué hacer y cómo manejar la situación. La maternidad no es siempre una época dorada, como se describe a menudo, pero no por ello debes sentirte frustrada. Todo lo contrario, debes motivarte y pensar en lo importante que será para tu hijo lo que hoy hagas por su educación.
¿Cuándo acudir a un experto?
El pediatra es una importante referencia para todas las mamás. Por ese motivo, si te ves superada por la situación y necesitas respuestas a tus dudas sobre cómo actuar con tu hijo agresivo, lo mejor es que lo consultes con el pediatra. De no hacerlo, puede que la situación empeore. No te preocupes por si tienes que ir a un especialista; será el pediatra quien te indique qué hacer.