¿Juega con sus amiguitos a la videoconsola y no acepta que ha perdido? Te ofrecemos una serie de pautas muy eficaces para que puedas ayudarle.
En la vida, hay veces que se gana, y otras, se pierde. Tus pequeños tienen que aprender a ganar, pero, sobre todo, es muy importante que les enseñes a saber perder.
«Es que es muy competitivo«. Ésta es una frase muy habitual entre las mamás. Citan la competitividad confiriéndole un valor positivo y sí se puede ser competitivo de una manera sana, pero si tu hijo no sabe perder y tergiversa la realidad para convencerse a él mismo de que él es el único ganador, su actitud habla por sí misma.
La extrema competitividad y la ambición excesiva revelan una gran inseguridad: detrás de la obsesión por ser el primero, se esconde, normalmente, un profundo vacío interior que no tiene el valor de admitir. Ganando, el pequeño se demuestra que esa inseguridad que siente no es real porque ha ganado, es el mejor. Se trata de un mecanismo de compensación con el que se trata de decir que no hay nadie mejor que él. Con este sentimiento, suple la carencia que le provoca la inseguridad. Puede tratarse de inseguridad intelectual, física o social.
Cómo hay que actuar en este caso
A los niños, hay que enseñarles a perder. Cuando juegue con vosotros, dejadle ganar en alguna ocasión, pero, en algunas otras, no. Perdiendo se aprende, se mejora, se lucha… Ganando, ya no hay nada que aprender. Ése es el espíritu que debéis transmitir a vuestros pequeños.