En este blog ya os he hecho mención de un blog que personalmente me gusta mucho y del que saco muchas cosas interesantes. En esta ocasión, quiero compartir un artículo que me parece un material muy valioso para la educación de nuestros hijos/as. Normalente añado, quito y cambio cosas de las muchas que leo y de alguna manera las adapto, pero en este caso, me ha parecido genial desde el principio al final. Espero que os guste y os sirva tanto como a mi y a Judith, la autora de este blog «Pequeños Lectores», decirle gracias por tu generosidad y sabiduría.
17 MAR 2021
Todo queremos hijos y hijas más autónomos, empáticos, responsables, fuertes emocionalmente, asertivos… y que entiendan qué les pasa por dentro y cómo gestionarlo adecuadamente.
Pero, a su vez, todos nos preguntamos: «¿cómo lo logramos?», «¿cómo podemos dar a los niños y niñas Inteligencia Emocional?»
Aquí encontrarás una COMPLETA GUÍA PRÁCTICA para saber cómo actuar cada día para ayudar a tus hijos/as a comprender, regular y gestionar mejor sus emociones, aumentando así su Inteligencia Emocional y logrando que desarrollen una sana autoestima y un mayor bienestar y equilibrio emocional.
Además encontrarás dos recursos fantásticos para lograrlo:
- mis 11 libros imprescindibles sobre educación y crianza
- un curso que te ayudará a descubrir ese «cómo hacerlo» en nuestro agitado día a día
Porque la Educación Emocional empieza en casa y tú puedes hacer mucho a favor o en contra, ¿qué escoges?
¿Empezamos?
TABLA DE CONTENIDOS:
NEUROCIENCIA (BÁSICA) Y EMOCIONES
- El cerebro reptiliano (primitivo o de reptil)
- El cerebro emocional (o límbico)
- El cerebro racional o neocórtex
CONEXIÓN ENTRE LOS TRES CEREBROS Y REGULACIÓN EMOCIONAL
DOS GRANDES «PROBLEMAS» DE LAS EMOCIONES Y LOS NIÑOS
CÓMO SON LAS EMOCIONES EN LA INFANCIA
10 CLAVES PARA LA EDUCACIÓN EMOCIONAL EN CASA
Cada vez más oímos hablar de emociones, Educación Emocional e Inteligencia Emocional, así como de la importancia de ayudar a los niños y niñas a comprender y gestionar correctamente su mundo interior.
Si nos paramos a pensar descubrimos enseguida el porqué:
Las emociones son una parte intrínseca del ser humano que influye en todo lo que hacemos, ¡todo!
Y no sólo en lo que hacemos, sino en cómo nos relacionamos con los demás y con el mundo.
A su vez, desarrollar ciertas competencias y habilidades emocionales hace que los niños y niñas sean más autónomos, tengan mejor autoestima, predisposición para superar adversidades, mayor empatía, mejores relaciones sociales… y un largo etcétera.
¡Incluso mayor rendimiento académico o éxito en la vida!
Pero sobre todo (y lo más importante), ayudar a los niños y niñas a fomentar y potenciar su Inteligencia Emocional es ayudarles a ser más felices.
Y es en casa donde todo empieza.
Porque en el seno familiar los niños y niñas estableces sus primeros vínculos y relaciones. Además es donde observan y absorben por primera vez modelos de gestión emocional.
Sin duda la primera escuela donde se enseña a comprender y manejar emociones es la familia.
El problema radica en que muchos padres y madres no sabemos por dónde empezar ni cómo atender emocionalmente a nuestros hijos. Simplemente porque nadie nos ha enseñado, nuestra educación fue bastante distinta.
TE RECOMIEDO el libro:
«La familia, la primera escuela de las emociones», Mar Romera, ed. Destino: en este libro Mar Romera, una de las mayores expertas en Educación Emocional de nuestro país, aborda las mayores dificultades y conflictos que nos encontramos al educar a nuestros hijos e hijas y nos da pautas que pueden ayudarnos a mejorar la relación con ellos y ellas mientras fomentamos sus capacidades socio-emocionales y sus habilidades para la vida.
Por eso en este artículo te ofrezco 10 CLAVES IMPORTANTES para lograr que nuestros hijos e hijas, y nosotros mismos, estemos unos pasos más cerca de convertirnos en «expertos emocionales», logrando así un mayor bienestar familiar (y personal).
Pero primero creo que es de suma importancia que recordemos algunos conceptos básicos sobre las emociones en la infancia y sobre neurociencia.
Porque cuando uno entiende cómo son las emociones, por qué se producen y cómo se desarrolla el cerebro del niño/a, comprende de golpe todo, se ilumina el camino y se hace mucho más fácil acompañar con respeto a nuestros hijos e hijas.
Conocer, entender y recordar estos conceptos nos ayudará, entre otras cosas, a comprender mejor al niño/a, saber por qué se dan ciertos comportamientos, cómo podemos ayudarle a mejorarlos y cómo tener más paciencia y tolerancia para acompañar correctamente su desarrollo.
NEUROCIENCIA (BÁSICA) Y EMOCIONES:
Las emociones se sienten en el cuerpo (se nos revuelve el estómago cuando estamos nerviosos, nos tensamos cuando tenemos miedo, apretamos las mandíbulas cuando estamos enfadados…) pero sobre todo las emociones tienen lugar en el cerebro y es ahí donde se regulan, principalmente mediante nuestros pensamientos (influidos estos por nuestras experiencias previas).
Razón y emoción no pueden separarse: la emoción interfiere en la razón y la razón modifica la emoción.
Y eso sucede de forma compleja en el cerebro. Entender el cerebro (cómo se desarrolla y cómo funciona) es la base para entender nuestras emociones (cómo nos afectan, cómo regularlas, cómo aprender de ellas…)
El cerebro determina en gran mediad quiénes somos, qué hacemos, qué sentimos…
Por eso si conocemos unos cuantos principios básicos y sencillos sobre el funcionamiento del cerebro, podremos entender mejor a nuestros hijos/as (y a nosotros mismos), reaccionar de forma más eficaz a los conflictos y ayudarles a poner unos cimientos sólidos para una vida sana y feliz.
El cerebro consta de muchas partes y es muy complejo, pero para lo que nos ocupa, vamos a ver la Teoría de los tres cerebros de Paul MacLean, que nos dice que nuestros cerebro está formado por tres partes:
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1. El cerebro Reptiliano (primitivo o de reptil)
Corresponde al sistema nervioso que tienen los reptiles y que nosotros hemos heredado. Su función principal es la supervivencia, se activa de forma automática e inconsciente y está totalmente activo y funcional desde el nacimiento.
No es pensante ni emocional y carece de voluntad. Se encarga de los instintos más básicos.
Ante un peligro esta parte actúa de forma muy reactiva para asegurar nuestra supervivencia, ya sea a partir de la huida, la lucha o la parálisis.
Es el cerebro que ACTÚA.
Los neonatos y los bebés son en esencia cerebro reptil pues vienen al mundo con tres funciones básicas que son posibles gracias al cerebro reptiliano: respirar, mamar y llorar.
2. El cerebro Emocional (o límbico)
Aparece con los primeros mamíferos hace aproximadamente unos 200 millones de años y se activa en el periodo prenatal (sobre la semana 22 del embarazo).
Es el cerebro responsable de las respuestas emocionales, es inconsciente y automático y codifica aprendizajes básicos, la memoria implícita, las emociones primarias y el apego.
Es el cerebro que SIENTE.
De todas sus partes la que más nos interesa ahora es la amígdala.
La amígdala es una parte muy pequeña (pero muy poderosa) con la forma y tamaño de una almendra. En ella se guardan las experiencias negativas y desagradables que hemos experimentado. Y frente a nuevas experiencias similares, la amígdala se ocupa de inhibir la liberación de dopamina (placer, relajación) y segregar adrenalina y cortisol (estrés), todo ello nos dificulta pensar.
Su función es básicamente de supervivencia por eso procesa y expresa rápidamente las emociones (sobre todo ira y miedo). Siempre está en alerta ante posibles amenazas y si intuye peligro puede asumir el control completo del cerebro.
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Es lo que nos permite actuar antes de pensar. Se llama a este fenómeno secuestro amigdalar. Y es muy útil en algunos casos (cuando realmente estamos en peligro de vida o muerte), pero muy fastidioso en otros, por ejemplo cuando se adueña de nuestro cerebro y nos hace «perder los papeles» y acabamos gritando, pegando, tirando cosas…
3. El cerebro Racional (o neocórtex):
Es la parte más externa del cerebro humano y aparece hará unos 60-65 millones de años. Es consciente y voluntario, a diferencia de los otros dos.
Es el más evolucionado y en él se dan procesos mentales muy complejos: pensamientos, imaginación, planificación… Es responsable de: tomar decisiones sensatas, controlar las emociones y el cuerpo, entendernos a nosotros mismos, sentir empatía, tener ética…
Es el cerebro que PIENSA.
En lo que ahora nos ocupa, la corteza prefrontal (o neocórtex) es la parte que más nos interesa pues es donde recibimos los impulsos y las emociones de los otros dos cerebros y donde se gestionan. Además es donde se ubican las neuronas espejo, responsables de poder conectar emocional e intelectualmente con los demás.
El niño o niñas al nacer tiene este cerebro muy inmaduro y por tanto, poco operativo.
TE RECOMIEDO el libro:
«El cerebro del niño explicado a los padres», Álvaro Bilbao, ed. Plataforma: en este libro el autor nos ofrece un manual para entender los últimos avances de la neurociencia y aprovecharlos al máximo para ayudar a los niños y niñas a alcanzar un desarrollo intelectual y emocional pleno.
CONEXIÓN ENTRE LOS TRES CEREBROS Y REGULACIÓN EMOCIONAL:
Lo más importante es que estos tres cerebros estén bien conectados entre ellos. Se dice que las partes debes estar integradas y trabajar en armonía porque sólo cuando trabajan como un todo, es cuando el cerebro puede rendir al máximo.
Como hemos visto los impulsos nacen en el cerebro reptiliano y las emociones nacen en el cerebro emocional, pero tanto impulsos como emociones no se regulan en esas partes sino en el cerebro racional y más concretamente en la corteza prefrontal o neocórtex.
Así que cuantas más conexiones haya entre estos tres cerebros, más conscientes seremos y mejor podremos regular nuestras emociones.
Justo eso es lo que nos diferencia del resto de animales, pues la mayoría de ellos actúan de forma casi involuntaria todas las emociones que sienten, mientras que el ser humano es capaz de regular, gestionar y controlar la expresión de las mismas, incluso a veces llegando a inhibirlas.
Un libro IMPRESCINDIBLE:
«El cerebro del niño», Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson, ed. Alba: un libro que todo adulto debería leer. Sin duda un imprescindible pues su lectura es muy reveladora y apasionante. Con él descubriremos cómo es nuestro cerebro al nacer y cómo se desarrolla. A la vez conoceremos 12 estrategias para desarrollar la Inteligencia Emocional de los niños y niñas a partir de nuestras interacciones cotidianas con ellos.
DOS GRANDES «PROBLEMAS» DE LAS EMOCIONES Y LOS NIÑOS y NIÑAS:
Cuando el niño/a nace sus cerebros reptiliano y emocional están al 100% operativos y totalmente desarrollados.
Pero su cerebro racional (recuerda: donde se gestionan y apaciguan las emociones) es tremendamente inmaduro, está en construcción y no está totalmente desarrollado y con todas sus funciones al 100% hasta que alcanza los 20 años ¡o más!
¡Así que cuidado! No podemos exigir a nuestros hijos que SIEMPRE se comporten bien, de forma empática, que controlen sus emociones, que sean responsables… simplemente porque NO pueden, están aprendiendo y es un proceso muy muy lento.
Se tardan años en adquirir esas habilidades, ¡más de 20!
¡Lo hacen lo mejor que pueden/saben!
Nuestro trabajo es ayudarles, enseñarles, acompañarles… no castigarles por lo que aún no son capaces de hacer.
Y el segundo problema es el secuestro amigdalar del que ya te he hablado antes.
O sea: el cerebro racional es el que apacigua y gestiona muchas de nuestras emociones fuertes, pero no sólo está en construcción (y por tanto si sus facultades 100% operativas), sino que a veces (en momentos de estrés o emociones fuertes) la amígdala lo secuestra cuando no debería, anulando sus partes sí activas.
Todo esto explica porque a menudo nuestros hijos e hijas pierden los estribos, no muestran empatía, no se entienden a sí mismos, toman decisiones poco acertadas o experimentan emociones de forma desatada, como rabietas, miedos paralizantes, llantos inconsolables,…
Todo esto me parece bastante revelador, ¿a ti no?
CÓMO SON LAS EMOCIONES EN LA INFANCIA:
- Muy intensas, sobre todo debido a que el niño/a todavía no sabe regularlas.
- Explosivas, debido a esa gran intensidad emocional que a menudo termina por desbordar al niño/a.
- Frecuentes y cambiantes, a veces incluso muy breves, pero no por eso menos reales o sinceras.
- Los niños y niñas las expresan sobre todo a través del cuerpo (por ejemplo pegando) o del comportamiento (gritando, llorando…) porque todavía no saben expresarse bien verbalmente.
- Siempre surgen por algún motivo y por eso es importante analizarlas y no reprimirlas, porque nos ofrecen información importantesobre el bienestar y el mundo interior del niño o niña.
- Se suelen tapar emociones con emociones y si no sabemos encontrar la raíz de todo, no encontraremos la herramienta para gestionarlo adecuadamente. Por ejemplo, la rabia es la emoción que más emociones esconde detrás.
Y AHORA SÍ… 10 CLAVES PARA LA EDUCACIÓN EMOCIONAL EN CASA:
CLAVE 1: Crea un apego seguro con tus hijos
La mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos e hijas es una vinculación emocional saludable.
El modo como nos relacionemos con ellos y ellas y el tipo de relación que se establezca entre nosotros será el patrón que luego ellos/as repetirán con el resto de personas que se crucen es sus vidas.
Se ha demostrado en numerosos estudios la importancia y repercusión que tiene para el futuro adulto el estilo de apego y vinculación que el niño/a establece desde bien pequeño con sus padres.
De ese apego depende la estabilidad emocional del niño/a en el presente y también en el futuro. Pero además también influye en su capacidad para adaptarse a diferentes entornos y a las dificultades de la vida.
Descubre cómo acompañar correctamente las rabietas de tus hijos aquí |
Así un apego seguro es un factor de protección contra determinadas patologías o situaciones estresantes, porque ofrece herramientas y estabilidad emocional al niño/a.
De modo que tolerará mejor la frustración y el estrés, será más resolutivo, tomará mejores decisiones, sabrá autorregulares emocionalmente y será un adulto mejor adaptado a todos los ámbitos (académico, laboral, emocional, familiar…)
Mientras que un apego inseguro supone un mayor riesgo de que el niño/a desarrolle carencias socio-emocionales y comportamientos temerarios y peligrosos como abuso de drogas, violencia, alcohol, juego, trabajo excesivo, sexo compulsivo, conducción temeraria…
Cómo crear un apego seguro con tus hijos e hijas:
- Dar siempre cariño, comprensión, protección y ayuda al niño/a.
- Responder siempre a sus necesidades (que no son lo mismo que deseos) de forma empática, responsable y responsiva, no sólo a las fisiológicas sino también a las cognitivas, afectivas y sociales. Repito: siempre atender y dar una respuesta adecuada a sus necesidades, ¡siempre!
- El niño/a debe sentirse aceptado por sus padres de forma incondicional.
- El niño/a debe sentirse significativo e importante para sus padres.
- No evitar ni quitar importancia al mundo emocional del niño/a.
- No sobreprotegerlo ni hacer que nuestros miedos y preocupaciones le creen situaciones estresantes.
- Por el contrario debemos darles siempre seguridad y protección.
- Pero también autonomía y confianza en sus posibilidades.
- Debemos ser cálidos y afectuosos.
- Debemos ser sensibles a sus necesidades y emociones.
- Mostrarnos disponibles y receptivos.
TE RECOMIEDO el libro:
«Educación emocional y apego. Pautas prácticas para gestionar las emociones en casa y en el aula», Rafael Guerrero, ed. Cúpula: un libro donde podemos profundizar en los diferentes tipos de apegos y cómo asegurar una vinculación saludable y segura con nuestros hijos e hijas. Ofrece algunas estrategias prácticas de intervención en este aspecto y también para ayudar a nuestros hijos/as a convertirse en expertos emocionales.
CLAVE 2: Empieza por ti mismo
De igual modo que no puedo enseñar chino a mi hijos/as si yo no sé chino, no puedo enseñarle sobre sus emociones y cómo gestionarlas si yo no sé sobre ello.
Si queremos llevar la Educación Emocional a casa, los adultos somos los primeros que tenemos que entender qué son las emociones, cómo funcionan, para qué sirven, ser capaces de reconocerlas, expresarlas, regularlas…
Además los niños/as aprenden por modelaje o imitación, ¡nos copian a cada segundo!
Así que no tengas miedo a mirar a tu interior y a verbalizar lo que sientes o buscar herramientas para gestionar lo que te pasa y sobre todo, CUÍDATE.
El autocuidado es esencial, no es egoísmo, es buscar tu equilibrio y recargarte, es cuidarte para poder cuidar.
TE RECOMIENDO el libro:
«Montessorízate. Criar siguiendo los principios Montessori», Beatriz M. Muñoz, ed. Grijalbo: después de su exitoso blog tigriteando.com Bei nos ofrece este libro repleto de consejos no sólo para aplicar la filosofía Montessori al hogar sino para educar desde una nueva mirada mucho más respetuosa con la infancia. Un libro para descubrir todo lo que los niños y niñas nos pueden enseñar a nosotros los adultos y cómo nosotros podemos hacer mucho para fomentar su autonomía y responsabilidad, aplicando una educación que reclama mayor horizontalidad en la relación diaria con nuestros hijos e hijas.
CLAVE 3: La comunicación
Debemos favorecer la comunicación, el diálogo y la convivencia, creando un clima de confianza en casa donde todos se sientan libres y sin miedo a expresar lo que sienten.
Debemos propiciar el tiempo y el espacio para ello.
A su vez debemos cuidar mucho la forma en que nos comunicamos con nuestros hijos e hijas.
Créeme, la comunicación es la base de todo.Porque el modo en el que hablamos a nuestros hijos y hijas, condiciona su vida presente y futura.
Si le respetas, él/ella respetará.
Si le gritas, él/ella gritará.
Las palabras calan muy hondo, sobre todo si son dichas por las personas más relevantes de nuestra vida: nuestros padres. Las palabras pueden sanar o herir, alentar o desmotivar, pueden dar amor o dar odio, dar seguridad o dar miedo…
«La forma en la que hablamos a nuestros hijos se convierte en su voz interior», Peggy O’Mara.
Un libro IMPRESCINDIBLE:
«Cómo hablar para sus hijos le escuhen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen», Adele Faber y Elaine Mazlish, ed. Medici: uno de los libros más famosos sobre educación ahora en una nueva versión actualizada. Con los métodos de estas autoras (perfectamente ilustrados en viñetas muy útiles) conseguiremos llegar a nuestros hijos/as a través de una comunicación no violenta que propicia su colaboración y su participación dejando de lado los castigos, los gritos y las amenazas. Realmente útil. ¡Un imprescindible!
CLAVE 4: Empatiza
La empatía es la habilidad que tenemos para comprender las emociones y sentimientos de los demás y de responder con emociones complementarias.
Lo que comúnmente denominamos ponerse en la piel o en los zapatos del otro.
Se trata de comprender el sentimiento de la otra persona y saber acompañarla, aunque yo no tenga las mismas emociones en ese momento.
Cuando consigues ponerte en el lugar de tu hijo o hija, dejas de juzgar sus emociones y pasas a verlas desde SU perspectiva, en lugar de hacerlo desde tus ojos de adulto. Entonces, todo cambia.
Empatiza es conectar emocionalmente con tu hijo.
Sólo cuando podemos empatizar verdaderamente con nuestros hijos e hijas, podemos entenderlos y atender correctamente sus necesidades emocionales (básico para crear un apego seguro). Dejamos de juzgar y enjuiciar y pasamos a lo importante: ayudarles a gestionarlas correctamente.
La empatía de los padres sirve para tranquilizar y calmar al niño/a en situaciones de fuerte carga emocional, como miedo, tristeza, ira. Pero a la vez sirve para desarrollar en el niño/a la empatía, base de las habilidades y conductas pro-sociales, es decir, hacer algo por el resto sin esperar nada a cambio.
Para fomentar la empatía en el niño o niña (suelen alcanzarla sobre los 4-5 años) nada mejor que ser empáticos con él. También podemos hacerle preguntas de curiosidad sobre cómo cree que se sienten las personas que ve en su entorno en determinados momentos.
Otro gran recurso para fomentar y desarrollar su empatía es el uso de cuentos, aquí te dejo algunos: 11 cuentos para desarrollar la empatía de los niños.
Un libro IMPRESCINDIBLE si hay hermanos:
«Hermanos, no rivales», Adele Faber y Elaine Mazlish, ed. Medici: un libro fantástico e imprescindible si queremos que nuestros hijos/as tengan una buena relación entre ellos/as y queremos ayudarles a no rivalizar y a resolver sus conflictos de la mejor forma posible. Con muchos casos y ejemplos reales, acompañados de viñetas, descubriremos herramientas prácticas y que realmente funcionan.
CLAVE 5: Ante todo, ¡respeto!
Respeto hacia las necesidades del niño o niña, pero también hacia tus necesidades y hacia las del entorno.
Todos queremos que nos respeten y nadie aprende a respetar si no es respetado.
No olvides nunca que tu hijo/a es una persona, pequeña, pero una persona. No por ser un niño/a tienes derecho a avergonzarlo, ridiculizarlo, amenazarlo, faltarle al respeto…
Háblale y trátalo como lo harías si fuera tu pareja, tu madre, un amigo… evidentemente con un vocabulario que entienda, pero con el mismo respeto.
Pregúntate si tolerarías que alguien te hablara o tratara cómo tú lo estás haciendo con él o ella. Si la respuesta es negativa, ¡algo debes cambiar de inmediato!
Así que: respeto, respeto y ¡más respeto!
Abandona de una vez por todas los gritos, castigos, amenazas, chantajes… ¡hay alternativas, búscalas!
TE RECOMIENDO el libro:
«Cómo educar con firmeza y cariño. Disciplina Positiva», Jane Nelsen, ed. Medici: una obra de referencia y muy extensa para descubrir una manera de educar sin gritos ni castigos y que fomenta en los niños y niñas la autodisciplina, la responsabilidad, la colaboración y la correcta resolución de conflictos. Siempre partiendo del respeto mutuo y la no vulneración de la dignidad de nadie. Para aprender a educar siendo amable y firme a la vez.
Además trata que tu comunicación verbal le transmita tu amor incondicional, pero también tu comunicación NO verbal porque ¡es casi igual o más importante!
A su vez no etiquetes ni compares, ¡tampoco en positivo, porque es igual de dañino!
Y si tienes que criticar, que sea siempre a la conducta, pero nunca a la persona.
CLAVE 6: Conocer y reconocer emociones
Si queremos que sepan gestionar sus emociones, primero debemos ayudarles a ser conscientes de ellas.
Y explicarles que siempre vienen acompañadas de otros tres elementos: sensaciones corporales, pensamientos y acciones.
¿Cuántas emociones, sentimientos o estado de ánimo puedes nombrar?
Sabes que en castellano hay más de 300 palabras para expresar estos términos, ¡300!
Así que vamos a ayudar a los niños y niñas (y a nosotros mismos) a ampliar su vocabulario emocional, empezando por las emociones básicas y siguiendo por otras más complejas.
¿Cómo? Pues hablando a menudo de lo que sentimos nosotros mismos y también poniendo palabras a lo que vemos que experimentan nuestros hijos e hijas. Oportunidades, si queremos, tenemos muchísimas a diario.
Pueden serte muy útiles estos libros: Los mejores cuentos para trabajar emociones con los niños.
También tienes algunas actividades más de consciencia emocional en 13 trucos para potenciar la inteligencia emocional de los niños y en:
30 actividades para trabajar las emociones con niños en casa o en el aula (con descargables) |
CLAVE 7: Validación de la emoción
Debes tener siempre presente que las emociones básicas son innatas (no aprendidas) y aparecen en nosotros de forma involuntaria e inconsciente. Es decir, no decidimos tenerlas, simplemente las experimentamos.
Además no hay emociones buenas o malas, simplemente emociones más agradables o más desagradables. Todas ellas son necesarias y nos aportan mucha información importante que no podemos obviar.
Por eso, una vez hemos reconocido una emoción en nuestros hijos/as, es el momento de legitimarla y validarla. Es decir, hacerle ver que es normal sentirse cómo se siente.
Porque debemos respetar todas sus emociones, sean las que sean, nos gusten o no, las compartamos o no.
Por eso nunca podemos negar, invalidar, quitar importancia, tapar o inhibir ninguna emoción (ni suya ni nuestra). Eso solo hace que el niño o niña se sienta incomprendido/a y menos querido/a (además la emoción que sentía seguirá ahí, pero desatendida).
EMOCUADERNO, un manual con actividades:
«Emocuaderno. Educación emocional en casa», Cristina Gutiérrez Lestón, ed. Salvatella: una fantástica guía de actividades prácticas que podemos realizar fácilmente con los niños/as y que buscan trabajar con ellos/as el autoconocimiento, la autoestima, la empatía, la asertividad… y un sinfín de habilidades sociales y emocionales esenciales para su bienestar, equilibrio y felicidad.
Si no las legitimamos, los niños/as dejarán de contarnos lo que sienten y/o aprenderán a reprimir sus emociones. Y esto es devastador para su bienestar y su felicidad.
Sí debemos: aceptar y permitir todas sus emociones, sin juzgarlas porque para él o ella son auténticas, verdaderas y muy importantes.
«El mundo emocional de nuestros hijos ha de ser aceptado, respetado y comprendido siempre», Rafael Guerrero.
Algo muy importante es distinguir entre emoción y conducta.
Así la emoción siempre debe ser validada («entiendo que te sientas frustrado en esta situación») pero no la conducta asociada si no es apropiada («pero eso no te da derecho a pegar, gritar, insultar…»).
TE RECOMIENDO el libro:
«Entrénalo para la vida», Cristina Gutiérrez Lestón, ed. Plataforma: de la misma autora que el libro de actividades que te mostraba antes. Este libro nos habla de multitud de situaciones y experiencias reales vividas la autora en su granja escuela, por la que pasan miles de niños y niñas cada año y donde se trabaja la educación emocional de forma pionera. Un libro que ofrece formas concretas de poner en práctica la educación emocional en el hogar o en cualquier lugar.
CLAVE 8: Enseñarles regulación emocional
¿Recuerdas lo que aprendimos en el apartado de neurociencia?
Los niños y niñas llegan al mundo con su cerebro muy inmaduro, sobre todo la parte capaz de controlar y gestionar adecuadamente las emociones.
Por eso, durante sus primeros años de vida, somos nosotros los que debemos regular sus emociones por ellos/as.
Mientras, ellos/as irán aprendiendo progresivamente a hacerlo con nuestro ejemplo y acompañamiento, llegando a ser totalmente autónomos emocionalmente hacia la adolescencia o ¡pasada esta!
La regulación emocional es una habilidad, y como toda habilidad se aprende, pero no sin antes haber practicado mucho, ¡muchísimo!
Pero además el niño o niña necesita de expertos emocionales (en este caso sus padres) que le den pautas, trucos, estrategias… para lograr, con el tiempo, desarrollar sus propias herramientas.
Tienes algunos trucos en el rincón de la calma, en 13 trucos para potenciar la inteligencia emocional de los niños y en 30 actividades para trabajar las emociones con niños:
30 actividades para trabajar las emociones con niños en casa o en el aula (con descargables) |
CLAVE 9: Habla su mismo idioma
¿Y cuál es el idioma de los niños?
¡El juego!
Numerosos estudios llegan a la conclusión que el juego es básico para el aprendizaje y el desarrollo integral de los niños y niñas.
Los niños/as aprenden a través del juego, ¡por eso se pasan el día jugando! Y las habilidades emocionales y sociales no son una excepción.
Tanto si el juego es solo, con amigos o con los padres, es esencial para que el niño o niña desarrolle ciertas habilidades y destrezas, tanto en el plano emocional, como en el social, físico o cognitivo.
Así que déjales jugar y propicia juegos al aire libre, poco estructurados y que favorezcan el trabajo en equipo, la colaboración, la motricidad y la creatividad, pero también la espera, el aburrimiento y la tolerancia a la frustración.
A si mismo los cuentos y las historias también pueden ayudarnos mucho en la Educación Emocional de los niños, te lo contaba en:
Si quieres aprovechar los cuentos y el juego para aplicar por fin la Educación Emocional a vuestras vidas y vuestro hogar, mira esta propuesta tan especial que tengo para ti. ¡No te arrepentirás!
Un libro IMPRESCINDIBLE:
«Educar en el asombro», Catherine L’Ecuyer, ed. Plataforma: en un mundo cada vez más frenético y exigente los niños/as están perdiendo su infancia y su esencia. Este libro nos recuerda la importancia del juego al aire libre, de las actividades lúdicas de siempre, del contacto con la naturaleza, del silencio y la belleza. El aprendizaje de los niños y niñas debe nacer de su propio interior y nutrirse de la experimentación y la observación del mundo que les rodea, sin prisas y cada uno a su ritmo.
CLAVE 10: Fórmate
Como madre o padre sabes bien que los niños y niñas no vienen con el manual de instrucciones debajo del brazo, aunque eso nos resultaría realmente útil, ¿verdad?
Aunque lo hacemos lo mejor que podemos, a veces nos faltan herramientas, recursos y sobre todo formación.
Porque nuestros padres también lo hicieron todo lo bien que pudieron, pero entonces la educación era diferente y las emociones no tenían mucha cabida en ella. Por suerte los conocimientos en neurociencia e infancia han avanzado mucho y ahora sabemos que podemos (debemos) hacerlo diferente.
Así que vamos a tratar de hacerlo mejor. Nuestros hijos e hijas se merecen nuestra mejor versión.
«Los adultos tenemos mucho que ver en los problemas de conducta de los niños, no es cuestión de culpabilidad, sino de responsabilidad», Jane Nelsen.